Primero los indígenas, luego los españoles, luego los
piratas bucaneros y corsarios, luego los ingleses, luego las revoluciones, para
que finalmente llegáramos los Corredores por Montaña.
Ese a modo de resumen es
la historia de Santa Marta de Magdalena en Colombia, seguro que me he saltado
algún escalón en la historia, pero probablemente se me perdonará, ya que una
región con tanta historia resumida en 2 frases es prácticamente ya que desde
que en 1.524 fue fundada como Ciudad, convirtiéndose en la primera ciudad
suramericana, y gobernada por, digamos, un moderno, Rodrigo de Bastidas, que
era contrario en muchos aspectos a lo que hacíamos los españolitos de
conquistar matar violar esclavizar, hasta que Simón Bolívar falleció en una de las Haciendas de Santa Marta, precursor de la
independencia de Colombia, pues ocurrieron muchas otras cosas. Ya en tiempos
modernos, Santa Marta vivió su apogeo y debacle en el sector Bananero, y hoy en
día es una de las capitales turísticas más importantes de todo Colombia, ya sea
por sus playas caribeñas, o por sus montañas cuyas cumbres asciendes hasta los
5.800 metros con sus picos Colón y Bolívar.
Y tras este repaso cultural ¿A que hemos venido aquí? A correr
una carrera de esas que nos gustan, diferentes, en las que mezclamos Montaña y
Aventura y un “no se que ocurrirá” que nos pone los pelos como escarpias. La
carrera en cuestión se llama Del Mar a la Cima, y consiste en eso, en una
carrera que sale desde la playa de Aeromar y asciende hasta el Cerro Kennedy de
2.860 metros para finalizar en el pueblo de Minca, un pequeño pueblo dedicado
al turismo rural y al café. Para recorrer todo eso es necesario hacer 60 dudosos
kilómetros y ascender casi 4.000 metros positivos.
Patri y yo, yo y Patri fuimos unos días antes, tantos como pudimos, o sea 3 antes de la salida, Patri dispuesta a afrontar los 23 km y 1.400 m+ y yo a por la “Competencia” que da nombre a la carrera. Ya fue pisar suelo del departamento de Magdalena y nos empezamos a deshidratar, pasar de 3 grados a 32 y la humedad que había allí fue aterrador, por suerte teníamos una piscina abierta casi en exclusividad para nosotros, bueno, y unos enormes murciélagos que decidían planear sobre nosotros para beber agua, ¡AH! Y unas Iguanas que pasaban las horas tomando el sol a orillas del agua, alguna llegaba al 1,20 m (Salvaje!). Ya el primer día decidimos correr un poco por los primeros kilómetros de la carrera, y del calor, y del sudor no se cuanta agua pudimos perder.
Los dos días siguientes nos dedicamos a hacer turismo activo por el Parque NacionalNatural Tayrona, uno de los reductos naturales del mundo mejor cuidados. El primer día fuimos hasta una playa, conocida como Playa Cristal, cuyo nombre real es Playa del Muerto, ya que cuando llegaron los españoles se encontraron una playa sagrada, con la tumba de alguien muy importante que allí vivía, aprovechamos en la playa para bucear un poco y comer bien. Al día siguiente y para prepararnos para la carrera decidimos hacer una caminata hasta el Cabo de San Juán, hasta otra playa maravillosa pero esta vez a través de un hermoso Bosque Húmedo Tropical, hicimos 14 kilómetros y nos quedamos muy a gusto.
Llego el día: Domingo 7 de Diciembre 2 de la mañana y a desayunar. La salida es a las 4 desde la playa y yo voy caminando para ir bajando el desayuno y concentrarme un poco, no me apetecía ir en el autobús que proporcionaba la organización. Llego a la salida y me encuentro con los corredores que van a tomar la salida, la mayoría uniformados con la camiseta que da la organización que lleva grabado el número de dorsal. Yo no entiendo eso, es algo que se hace mucho en Suramérica y es dar como obligado el uso de la camiseta de la organización, algo que a mí no me gusta: Primero, no la conozco, no sé si me rozará, no sé como transpira, no me gusta el color, o simplemente perjudico a mis patrocinadores. Pues después de esa reflexión, me encanta el control de dorsales, muy gracioso, nombran al corredor y hay que gritar el número de dorsal, no éramos muchos, por lo que se hizo bastante rápido.
Ya en la salida, intento relajarme. No vengo preparado, me
había puesto esta carrera como meta del año, pero la infección del codo en medio
de la preparación me pegó un bajonazo que no preveía, pero “Life goes on!” y
bueno, la ilusión no me la quitaba nadie, y tengo más de masoquista que de
corredor y dan la salida y… ¡Me pongo a tirar!
Cojo buen ritmo, realmente no se porque hago estas cosas,
creo que es adrenalina, o que mi cuerpo me pide calentar de golpe, no lo se… El
caso es que me pongo a tirar a un ritmo rápido pero cómodo, hasta que de
repente un galgo me adelanta y ya va marcando él. El ritmo en la playa no es
muy bueno, entre la arena suelta, los troncos, las rocas, los árboles, no se
puede ir rápido. Y … he aquí un punto donde no tenemos claro por dónde ir, el
tira por arriba y yo por… HOSTIAZO, un tronco que no se veía me tira al agua,
con la consiguiente mojadura y subluxación del hombro (últimamente ya es
costumbre… ni duele!). Vuelvo a ponerme detrás de él, y seguimos hasta que
finalmente salimos de la playa y el camino empieza a picar para arriba. Estamos
en el 3, me doy cuenta que es rápido y rueda muy bien, ¿Y cómo me doy cuenta? Porque
llevo la lengua fuera, pero le aguanto bien. Vamos ascendiendo suavemente por
una calle rodeados de perros hasta que 8 perros salen en búsqueda del primer
corredor, y uno le marca el gemelo. Yo paro en seco, que siga joder, con el
pánico que tengo yo a los perros. Espero al grupo de detrás en el que vienen
Jorge Cano y William Gil, así tengo menos miedo. Seguimos a ritmo, y vuelvo sin
querer a quedarme con un tal Leonardo y Juvenal. Llegamos al 7 y comienza una
subida genial, y cuando digo genial digo “Su puta madre”. Subimos de repente en
un senderito con arena suelta y cada vez se empina más y cada vez hay más
vegetación y más calor y más humedad y empieza notar un sopor y un
recalentamiento global que me hace frenar, no voy rápido pero es que la maquina
está echando humo.
Me quedo solo hasta que cojo a Leonardo y ya hacemos la
subida juntitos, tramitos caminando, tramitos arrastrándonos y alguno escaso
trotando hasta que llegamos al kilómetro 13 con 1.100 metros positivos y nos
encontramos con un camino para 4x4, burros y corredores. Por delante 25
kilómetros de ese camino que pica para
arriba (600 metros) repleto de sube y bajas, y… humedad. Veo como Leonardo se
va, y otro corredor que me adelanta me dejan clavado. No llevo ritmo, si voy a
6 minutos el kilómetro el primero rozará los 4, solo hay que echar cálculos.
Paso el 17, donde hay un avituallamiento y los de 23 bajan a meta, en 2 horas y
15 minutos, y justo después hago una doble parada al baño, si, si, popo.
Sigo a ese ritmo trotón pasando pequeñas aldeítas, con sus
casitas con su vida, hasta que llego al km 23,5 según la organización y 24,6
según mi Garmin. Allí una aldeíta un poco más grande, con más vida, con un bar
repleto, impresionante. Y de ahí dirección “LA SUBIDA”, pero por suerte ya por
vertiente, no se, pero más verde, más húmedo, con muchas flores, cascadas, que
hermoso, sigo a mi ritmo, lento, y me adelantan otros dos, joder, que no puedo
ir más rápido, es una impotencia, pero bueno. En este tramo pasamos varios
negocios de turismo rural, en el que hay mogollón de guiris, que si observando
mariposas, haciendo fotos a los millones de pájaros que hay, o buscando al
Jaguar, incluso alguno intentando aprender a cultivar café… me gustaría verlos
en Dusseldorf con la semilla, y gritando “Bitte Kaffee”, me parto yo solo.
Llego al 35 con algo según mi GPS el 34 con algo según la
organización y comienza “La Subida”. Directamente un cholón, no se si era una
sendero o una caída de agua de arena suelta blanda, poco a poco empiezo a coger
altura, y noto FRESCO, que ilusión. Me cruzo con un cartel que pone 25%, y
pienso: ¿Para qué?, continúo y veo otro que pone 50%, y mi duda se acrecienta
así como mi cansancio. En la subida hay llanitos entre ramas, raíces y hojas de
árbol enormes, y si se puede correr, pero yo no. 75% y sigo con la duda, y
calcuo cuando debería poner el 100%, pues fallo y al ratín aparece una entrada
al Parque o algo de del Cerro Kennedy, por cierto privado y entrada con permiso…mmm…
Y a los metros en una cabaña rodeada de vacas entre parederas un
avituallamiento. Veo el pico y no me parece que esté tan lejos, ni tan alto.
Dejo el avituallamiento, me como un plátano, entero, algo que nunca había hecho
y comienzo a subir por yo que se donde, entre prados, rocas húmedas y barro,
hasta que COÑO empiezo a bajar-llanear. No podía ser… veo a dos que tengo por
delante y me acerco a ellos, eso me motiva. Paso un tramo y huele a Eucalípto,
lo flipo: Prados, vacas, barro y Eucalipto, estoy en Cantabria o Asturias, no
me jodas. Pasamos un senderito precioso, de verdad muy parecido a cualquier
sendero asturiano, hasta que de repente… Todo recto por un prado para arriba,
45 grados, y tiro, ando, y por primera vez en una carrera en mi vida he de
parar a respirar, es más pongo brazos en jarra… ¿pero qué me pasa? El que llevo
delante también lo hace, pero el que llevo detrás (que resultó ser un niñato),
no, es más se acerca. Sigo mal-subiendo, y el que llevaba delante se aleja y el
que llevo detrás, ¡COÑO, me adelanta! Estoy llegando a la cima, y veo gente,
pienso que ¡GUAY ANIMADORES! Y me voy acercando y veo que no… Dos de la organización
y Militares con unas ametralladoras muy grandes y cara pocos amigos, pero como
soy como soy… Pues les pregunte si eran colombianos, a lo que me contestaron
que si, y yo les dije… “Pues yo español y Colombia es muy bonita… pero sois
unos… y unos… y vuestras madres son unas… ¿Cómo ponéis esta subida en el kilómetro 43 de
una carrera… “ y seguí hasta que rompieron a reir y me animaron el doble,
suerte que rompieron a reír, llegan a romper a disparar y bueno… no habría
crónica, jeje.
Cima de la carrera, 2.860 metros sobre el nivel del Mar, ya
hice del Mar a la Cima, ahora queda lo que no está en el nombre de la carrera,
de la Cima a Minca… Supuestamente 20 km que deberían ser 17 y que fueron 23 km
de bajada.
La primera parte muy divertida, un empedrado para destrozar cuádriceps
que a los 4x4 del ejercito le vendrán de perlas, que a un percherón como yo le
venía de puta pena. A partir de aquí todo restaba, en la cumbre a penas seis
horas y media, y yo solo pensaba en hacer todo lo posible para acabar rápido.
Pasan los kilómetros, por desgracia no me fijo tanto en el paisaje, y solo
ruedo lo mejor que puedo intento mantenerme 5 minutos el kilómetro de media, en
algún repecho camino y atravesamos un Cafetal alucinante, incluso lo puedo
disfrutrar. Voy concentrado y sufriendo mucho, hasta que llego a un punto en el
que calculo me quedan menos de 8 kilómetros. Un voluntario me dice que me
quedan 13, y me deja trastocado, me baja la moral, no tengo fuerzas para tanto.
Sigo un par de kilómetros y me encuentro a Elkin que me indica que me quedan
poco más de 8 Km… blasfemo un poco, la carrera ha pasado de 60 a 66 kilómetros
y mis piernas ya van mal. Llego al último avituallamiento… y me indican que me
quedan otros 9 kilómetros y “Me cago en
la puta”. Bajo como puedo, bajo el ritmo, dejo los 5 pelados y pasan a ser 6
por encima, me hundo, y el último tramo lo sufro mucho, encima un tramo por
carretera desde esa aldeíta con tanta vida hasta Minca. En muchos tramos voy
con los ojos cerrados, de dolor, los cuádriceps me matan… y de repente… 1,8
kilómetros a meta, salimos del camino y otro sendero a través de un cafetal y
Minca de fondo, incluso oigo la megafonía, un poquito más de 1,8 kilómetros,
entro en Minca, y directamente enfrente de la Iglesia el arco de meta, donde me
rindo al paisaje, me rindo al esfuerzo, me rindo, y prácticamente me desplomo.
Busco a Patri, no la veo, me tomo algo, estoy reventado, como siempre me repito
“La carrera más dura que he corrido”… no se si es así, pero es una de las pocas
que a pesar de mi bajo rendimiento estoy más que satisfecho… y me hace sentir
bien. Séptimo y 9 horas y 36 segundos, pues que voy a decir, que no está nada
mal…
Aparece Patri y me alegra aún más, segunda clasificada de la general y primera de su categoría, no puedo estar más orgulloso. Un ambientazo en la llegada, son pocos corredores en total, no más de 180, pero son todos amigos. Es un deporte naciendo en Colombia, un deporte hermoso, donde el monte, el paisaje y el compañerismo siempre primo ante otras cosas, ojala se mantenga así.
Tendré que agradecer a los Padua que me hablaron de Elkin, a
este y a Luz, y al Hostal Campestre los Manglares que nos cuidaron mucho,
dieron bien de comer y mejor cerveza.